Practicas Diarias
Rutinas
Intro
A lo largo de mi desempeño dentro de la música fui intentando imponerme ciertos tipos de práctica constante del instrumento, sobretodo para mantener la técnica. Y realmente en los tiempos en los que lo logré esta técnica redundó en beneficios para mi estilo de interpretación y por lo tanto en el placer de tocar.
A estas práctica constantes decidí llamarlas rutinas aunque tiene cierta confrontación con lo que entendemos por ésta palabra. Lo que también trataré de desarrollar en adelante.
Antes que nada quiero establecer que estas consideraciones tiene que ver con que muchas veces cuando pensamos como desarrollamos nuestra técnica (o como la desarrollan otros) pensamos en el que ejercicios tocar, pero pocas veces cómo o cuando. Si, por supuesto, muchas veces hemos pensado en el cuanto. Quiero decir, que desde un lugar casi mítico hemos escuchado y repetido las hazañas de aquel que pasaba diez horas diarias practicando. Muchos de los grandes técnicos del pasado (pienso en Paganini) o de los de la actualidad (pienso en Steve Vai) están cubiertos por ese alo. Este cuanto, seguramente es realmente efectivo, pero tengo la sensación de que el sobredimencionamiento de ésta característica (el cuanto) nos ha tapado otras que son muy significativas y en algunos casos determinantes.
Diseño
Como decía más arriba, esta práctica periódica que en lo posible es deseable que sea diaria, algunos la denominamos rutina, pero tiene algunas diferencias con lo que comúnmente denomina esta palabra; fundamentalmente porque, para tener éxito y no desfallecer al segundo día, necesitamos tener en cuenta algunos aspectos.
Es importante que consideremos que las rutinas tengan aspectos constantes y aspectos variables. Lo que en otras palabras podríamos decir que una rutina tenga aspectos rutinarios y aspectos que no lo sean, por más que parezca contradictorio, éste puede ser el verdadero motor del mantenimiento de la rutina.
Entre los aspectos constantes hay uno que es el esencial y que establece que una rutina, sea una rutina, que es su cotidianidad. Es el primer aspecto a considerar, más allá del que practicar, y sobretodo el cuanto. O mejor dicho el cuanto lo consideraremos pero en su mínima expresión. Aclaremos; es importante proponerse la práctica cotidiana empezando desde un tiempo muy limitado, por ejemplo quince minutos diarios, pero no asustarse si es necesario menos: diez y aún cinco y si esto no resulta (no lo podemos mantener) simplemente buscar la manera de, aunque más no sea tomar, “agarrar” el instrumento una vez al día. También es importante que este tiempo esté previamente determinado y que lo vayamos variando (en más o en menos, según lo necesitemos o en función de evaluar el cumplimiento) semanalmente.
La otra cara son los aspectos variables. Hay que estar atentos de ir cambiando los ejercicios, según lo que vayamos necesitando para lo que estemos tocando o queramos tocar. Hacerlo con metrónomo hacerlo sin él, la cantidad de veces o repeticiones, si hacerlos en forma intensiva, a lo largo de un tiempo extenso o en pequeños tiempos pero en velocidad, pasarlo de ternario a binario o de viceversa Ej. 1, hacerlos en distintas rítmicas (ver...), acentuaciones, cambios en el movimiento del mediador (púa o digitación de la mano derecha, en los guitarristas; movimiento del arco en los violinistas; etc). Todos los días un pequeño cambio.
Ej. 1: supongamos que tenemos, por ejemplo, un ejercicio para guitarra que es trabajar alternativamente los dedos 1234 de la mano izquierda. Podríamos trabajarlo en corcheas lo que resultaría que un desarrollo tomará dos pulsos o en semicorcheas, que abarcaría un pulso. Pero también lo podríamos trabajar con pie[1] ternario (tresillos), quedando así una secuencia: 123, 412, 341, 234, etc.
La cantidad binaria de repeticiones de un ejercicio facilita el desarrollo y mantenimiento del mismo, en la morfología musical es prevaleciente las cantidades binarias (2, 4, 8, 16... ), por ejemplo en las frases o cantidad de compases por frase, inciso o motivo. Por lo tanto nuestro oído está preparado para diferenciar estas estructuras, lo que las hace más sostenedoras de la ejercitación.
Podemos integrar en estos aspectos lo que tiene que ver con la conciencia corporal. En cada sesión es importante que en distintos momentos hagamos un recorrido de nuestra conciencia corporal: que está pasando con lo postural, con las tensiones, también registrar con que partes de nuestro cuerpo resuenan con los aspectos de lo que estamos tocando, en general en los ejercicios técnico, que pasa con lo rítmico, donde nos resuena.
También registrar por donde pasea nuestra mente cuando tenemos que sostener aspectos repetitivos de los ejercicios, puede sernos de gran utilidad.
La práctica, el aprendizaje o la formación en un instrumento, aun en la parte técnica, es también la práctica, el aprendizaje y la formación, de aspectos de nuestro cuerpo y de muestra mente, que son en definitiva los canales que nos servirán para trasmitir lo que sintamos en la interpretación.
Registro
Hoja de ruta
Es importante hacer, aunque sea, un pequeño registro escrito de qué hacemos en cada sesión y del tiempo que nos lleva. Horarios de comienzo finalización y contenido de la práctica. Para luego poder compararlo con los objetivos iniciales, y lejos de culparnos por no haber cumplido con ellos (lo cual es muy habitual), poder hacer ajustes y definir nuevos objetivos al final de los plazos.
CUANDO
Cuando hacer nuestra rutina, es una cuestión interesante que puede ayudar al mantenimiento de la misma. He ido desarrollando una hipótesis que hasta ahora no he encontrado ejemplos que la rectifiquen y es más o menos la siguiente: la mayoría de los músicos hacen sus rutinas o de mañana o de noche.
Velocidad
Todos los pasajes u ejercicios que halla que tocarlos en velocidad o que presenten dificultades importantes, conviene comenzarlos en velocidades muy lentas para ir aumentándola gradualmente.
Al ir aumentando la velocidad existe un punto crítico donde parece “imposible” ejecutar el pasaje, superado éste se pasa a un estado más fácil de manejar la mano.
[1] Utilizo la misma nomenclatura que Carlos Vega (musicólogo argentino) para expresar que división tiene el pulso, por considerarlo más práctico para abordar las problemáticas técnicas.
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